Comunicado. Aunque para muchos es una enfermedad de la que apenas se comienza a oír, el herpes zóster ha estado presente desde hace décadas; lo que pocos saben es que 99% de los adultos de 50 años o más ya tienen en su cuerpo el virus que lo causa: el virus de la varicela zóster (VZV).
Este permanece latente, hasta que un día vuelve a activarse sin previo aviso. Cuando eso ocurre, se manifiesta como herpes zóster, una enfermedad impredecible que puede presentarse mucho tiempo después de haber tenido varicela. El herpes zóster suele manifestarse como una erupción con ampollas dolorosas, que afectan distintas zonas del cuerpo, como el pecho, el abdomen o el rostro. En algunos casos, el dolor comienza antes de que la erupción sea visible y persiste incluso después de que las lesiones desaparecen.
A medida que envejecemos, nuestras defensas naturales disminuyen en un proceso conocido como inmunosenescencia; esa baja de inmunidad es una de las razones por las que se reactiva nuevamente la infección. Esto hace que la enfermedad sea completamente impredecible, tanto en el momento en que aparece como en la intensidad con la que se presenta.
Aunque hoy se habla más de este padecimiento, fue en el siglo XIX cuando los médicos lograron distinguir la varicela de otras infecciones como la viruela. Más adelante, a principios del siglo XX, descubrieron que el virus podía permanecer en los ganglios del sistema nervioso y reactivarse años después. Con el tiempo, se confirmó que el virus que causa la varicela también es responsable del herpes zóster. Es decir, no es una enfermedad nueva, pero sí una de la que aún falta mucho por hablar.
Aunque no se sabe con certeza cuándo se hará presente, hoy existen formas efectivas de reducir el riesgo. La vacunación es una de las principales herramientas de prevención. A pesar de sentirse saludable, el herpes zóster es impredecible: no se sabe quién ni cuándo puede desarrollarlo.
“La vacunación es la mejor forma de prevenir esta y otras enfermedades, pero sobre todo de reducir el riesgo de complicaciones, sobre todo en personas mayores o con condiciones de salud específicas”5, comentó Gloria Huerta, gerente médico senior de Vacunas en GSK México.
Entre las posibles complicaciones, una de las más frecuentes y difíciles de tratar es la neuralgia posherpética (NPH), un dolor persistente que permanece en la zona afectada incluso después de que las lesiones en la piel han desaparecido. En algunos casos, esta molestia se prolonga por meses o incluso años e impacta la calidad de vida de quien la padece6 al limitar actividades tan cotidianas como caminar o moverse con independencia.
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