Comunicado. Guillermo Murra, director general de GE HealthCare México, indicó que de acuerdo con la OPS, las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte en el mundo y más del 75% de estos fallecimientos ocurren en países de ingresos medios y bajos. En el caso del continente americano, dos millones de personas perdieron la vida a causa de las enfermedades cardiovasculares en 2019 y en México la cifra alcanzó las 417,408 defunciones de enero a junio de 2024, según datos del Inegi.
Estas enfermedades afectan al corazón o los vasos sanguíneos (venas y arterias) y pueden ser causadas por diversos factores, tales como: hipertensión arterial, dieta poco saludable, colesterol alto, diabetes, contaminación atmosférica, obesidad, tabaquismo, enfermedades renales, inactividad física, consumo nocivo de alcohol y estrés. Además, los antecedentes familiares, el origen étnico, el sexo y la edad también pueden afectar al riesgo de enfermedad cardiovascular de una persona, según datos de la Federación Mundial del Corazón.
El directivo mencionó que en cuanto a los tipos de EVC, existen varios trastornos que afectan al corazón y los vasos sanguíneos. Entre los más comunes están la cardiopatía coronaria, que se da por el estrechamiento de las arterias del corazón; el infarto de miocardio, causado por una interrupción del flujo sanguíneo al corazón; y el ictus, que ocurre cuando se corta el suministro de sangre al cerebro. Estas condiciones pueden poner en riesgo la vida si no se tratan a tiempo.
Otros tipos incluyen arritmias (latidos irregulares), insuficiencia cardíaca (el corazón no bombea bien), valvulopatías (problemas en las válvulas del corazón), enfermedades de la aorta, cardiopatías congénitas (desde el nacimiento), trombosis y embolias, enfermedades vasculares periféricas y cerebrales. Todas ellas afectan distintas partes del sistema cardiovascular y pueden variar en gravedad y tratamiento.
“Si bien algunas de estas enfermedades pueden requerir tratamientos médicos prolongados como cirugía abierta o manejo especializado, una gran parte de las EVC gracias a la tecnología médica de hoy pueden ser atendidas por medio de la cardiología intervencionista mínimamente invasiva, que representa una alternativa segura y eficiente para los pacientes, al mismo tiempo que está redefiniendo la manera en que entendemos la atención médica de alta complejidad”, señaló Murra.
Algunas de las afecciones que se pueden atender a través de la cardiología intervencionista mínimamente invasiva son: la cardiopatía coronaria y el infarto de miocardio mediante angioplastias y catéteres para abrir arterias bloqueadas o restablecer el flujo sanguíneo. También, esta especialidad se emplea en trombosis y embolias para extraer coágulos.
Ahora bien, estos procedimientos se hacen generalmente en un laboratorio de cateterismo cardiaco, también conocido como sala de hemodinamia, que cuenta con tecnología médica que ofrece una visualización excelente del corazón y de sus cavidades. Además, estos equipos, integran sistemas diseñados para proporcionar imágenes con la claridad necesaria y, por si fuera poco, recientemente se han incorporado sistemas avanzados de imagenología con inteligencia artificial para apoyar al personal médico en el diagnóstico y tratamiento en tiempo real de enfermedades cardiovasculares y otras afecciones.
“Por ello, hoy contar con esta clase de equipo en los hospitales, públicos y privados, representa la oportunidad de tratar padecimientos cardiacos realmente complejos. Además, su impacto no es menor en términos de sostenibilidad del sistema de salud. Las terapias mínimamente invasivas respaldadas por tecnología de punta han mostrado reducir los costos hospitalarios al acortar los tiempos de estancia y evitar complicaciones asociadas a las cirugías abiertas”, finalizó el directivo.